Un programa en el que se volvieron a analizar más de dos tercios de las 5.000 muestras de orina y sangre tomadas en Londres 2012 para detectar drogas prohibidas para mejorar el rendimiento, lo que llevó a un número récord olímpico de descalificaciones, ha enviado un mensaje claro de que los atletas que han hecho trampa nunca puede descansar cómodamente, se ha afirmado.